DOMINGO 24 JUNIO 2018


Génesis 37:19-22

Se dijeron unos a otros:
―Ahí viene ese soñador. Ahora sí que le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a ver en qué terminan sus sueños! Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso:
―No lo matemos. No derramen sangre. Arrójenlo en esta cisterna en el desierto, pero no le pongan la mano encima.
Rubén dijo esto porque su intención era rescatar a José y devolverlo a su padre.

Génesis 50:15-21

Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: «Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos». Por eso le mandaron a decir: «Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones: “Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él”. 
 Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre».

Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar.
Luego sus hermanos se presentaron ante José, se inclinaron delante de él y le dijeron:
―Aquí nos tienes; somos tus esclavos.
―No tengan miedo —les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos.
Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.