Nuestra Fe

Como parte de la Comunión Anglicana nuestra doctrina se basa en los 39 artículos y en los credos cristianos universales.
Declaración de fe
Esta declaración de fe expresa las doctrinas que los miembros de la Iglesia Providencia consideramos que unen a todos los creyentes verdaderamente evangélicos y reformados.
Las Escrituras
Creemos que la Biblia entera, que contiene los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento, fue escrita por hombres inspirados por Dios. Como tal, es Su Palabra. En su versión original es verdad en su totalidad, y es la autoridad suprema por la cual toda conducta humana, credos, opiniones y creencias deben ser probados.
Dios
Creemos que hay un solo Dios vivo y verdadero. Él es un ser infinito, eterno e inteligente. En la unidad de Dios hay tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las tres personas son iguales pero con distintas funciones en la gran obra de salvación de Dios.
Jesucristo
Creemos que Jesucristo, como es verdaderamente revelado en la Biblia, es el Hijo de Dios. El es Dios desde la eternidad y hasta la eternidad. Se hizo hombre a través de la encarnación. Fue concebido por el Espíritu Santo y nació de Maria Virgen. Vivió una vida perfecta, justa y sin pecado, como está escrito en los Evangelios del Nuevo Testamento. Fue muerto por crucifixión y su cuerpo fue físicamente enterrado. Al tercer día fue físicamente resucitado de los muertos. Ascendió a los Cielos y está ahora sentado en Gloria a la diestra del Padre.
Creación
Creemos que el universo entero fue creado por Dios, por medio de Jesucristo, y que el universo, es sustentado por Él. Dios es soberano absoluto de toda Su creación, de manera que nada puede pasar que no esté de acuerdo con Su voluntad.
Humanidad
Creemos que Dios creo la humanidad, hombre y mujer, a su imagen. La humanidad fue creada sin pecado original para adoración de Dios y para disfrutar de una relación de compañerismo con El. Por la desobediencia voluntaria del hombre caímos de ese estado y fuimos sujetos al justo juicio de Dios. En consecuencia todos los hombres y mujeres son por naturaleza pecadores, inclinados al mal, e incapaces de recuperar u obtener justicia por sus propios medios. Viven bajo la justa condenación de Dios en enemistad hacia El y separados de Él. Después de la muerte, enfrentarán cierto juicio y serán merecida y justamente condenados al castigo eterno.
La provisión de salvación
Creemos que Dios consideró todo aquello en su creación perfecta, con el fin de salvar a los hombres y mujeres del pecado y juicio, para que sean restaurados a la verdadera justicia y reconciliados para disfrutar de eterno compañerismo con El. Hombres y mujeres son salvados completamente por Dios a través de la Fe y por Su Gracia. Tal salvación es posible sólo por el trabajo mediador del Hijo de Dios. Por su muerte en la cruz, Jesucristo pagó por nuestros pecados. El se ofreció por nosotros como sustituto y representante, haciéndose pecado por nosotros, tomando Él mismo de tal manera el justo juicio de Dios que merecemos. Obedientemente se ofreció como un sacrificio por nuestros pecados para propiciar la ira de Dios contra nosotros. En virtud de su muerte, los hombres y mujeres pueden recibir el perdón de sus pecados, libertad de condenación, y una nueva vida espiritual que continuará en la eternidad.
Salvación
Creemos que la salvación, hecha posible por la obra mediadora de Jesucristo es efectiva para salvar sólo a aquellos hombres y mujeres que se arrepienten de sus pecados, y practican una verdadera fe en Jesucristo sometiéndose a El como su Amo y Señor. La salvación es otorgada libremente a quienes tienen una verdadera fe y genuino arrepentimiento La salvación no es mérito de las buenas obras.
Regeneración
Creemos que para recibir la salvación una persona debe ser regenerada o nacer nuevamente, por obra del Espíritu Santo. Sin ésta regeneración, la persona permanece bajo la condenación y poder del pecado, espiritualmente muerto e incapaz de tener un arrepentimiento verdadero y fe. El Espíritu Santo puede solamente condenar y convencer a las personas de su estado de pecado, del hecho que enfrentan el prospecto seguro del juicio eterno de Dios, y consecuentemente de su necesidad de salvación. El sólo les puede dar el entendimiento y control propio, por la obra mediadora de Jesucristo. El Espíritu Santo es asimismo el único que puede traer los hombres y las mujeres a renacer, y a una nueva vida espiritual, habilitándoles a poner fe voluntaria en Jesucristo, y este nuevo nacimiento se logra a través de la poderosa palabra de Dios. Tal fe es en sí, un regalo de Dios.
Justificación
Una persona que tiene arrepentimiento genuino y verdadera fe en Jesucristo es por lo tanto, justificada ante Dios de acuerdo a su promesa. La justificación implica el recibir el perdón de Dios, un perdón certero y seguro de todos los pecados, pasados, presentes y futuros, y la atribución de la justicia perfecta de Cristo. Una persona justificada es tan aceptable a Dios como Jesucristo mismo, y es adoptada en la familia de Dios cono hijo y heredero.
La presencia del Espíritu Santo
Creemos que cuando una persona es regenerada y justificada por el arrepentimiento genuino y verdadera fe en Jesucristo, el Espíritu Santo hace su morada en ella. La presencia del Espíritu Santo en la vida de una persona regenerada trae seguridad de salvación, confianza en la adopción en la familia de Dios y le garantiza que recibirá vida eterna en el tiempo venidero.
Madurez cristiana
Creemos que los que son regenerados, justificados y santificados, en quienes mora la presencia del Espíritu Santo son sujetos a la obra transformadora de Dios. Aunque estas personas no estarán nunca libres de pecado mientras estén en esta tierra, en la vida presente experimentarán un crecimiento progresivo en justicia y santidad. Por la presencia y poder el Espíritu Santo tomando control y dando muerte a deseos pecaminosos, sus vidas mostrarán el fruto del Espíritu y su carácter será más como el de Cristo. Aunque la salvación no es por mérito de las buenas obras, estas son siempre evidencia de una conducta piadosa que agrada a Dios.
La Cena del Señor
Creemos que la Cena del Señor es una comida conmemorial en la cual los cristianos creyentes comparten juntos pan y vino para recordar la muerte y resurrección de Jesucristo, y tener comunión espiritual con Cristo. Es un signo del nuevo pacto de salvación que El inauguró, y al participar, proclamamos que El vendrá nuevamente. Jesucristo no está más presente en una celebración de la Cena del Señor que en cualquier reunión de los miembros de una iglesia local. La Cena del Señor debería celebrarse regularmente por los miembros de la iglesia demostrando su unión en el cuerpo de Cristo.
Del bautismo
El Bautismo es un signo de la profesión de fe y de la Regeneración o Renacimiento, por el cual, los que reciben rectamente el Bautismo son injertos en la familia de la Iglesia; las promesas de la remisión de los pecados, y la de nuestra Adopción como Hijos de Dios por medio del Espíritu Santo, son visiblemente señaladas y selladas; la Fe es confirmada, y la Gracia, por virtud de la oración a Dios, aumentada. El Bautismo de los niños de padres creyentes está de acuerdo con las enseñanzas del Nuevo Testamento.
Bautismo en el Espíritu Santo
Creemos que cada verdadero creyente es bautizado por el Espíritu Santo en el momento en que es regenerado y traído a la verdadera fe en Jesucristo. El Espíritu Santo siempre mora en cada verdadero creyente, pero no significa que cada creyente esté lleno del Espíritu en todo momento. Todos los creyentes son llamados por las Escrituras a asegurar que en sus vidas haya un aumento del poder, influencia y control del Espíritu Santo que mora en ellos.
La Iglesia local
Creemos que a todos los cristianos se les demanda que se reúnan en una congregación local. Una iglesia local es una asamblea visible de individuos regenerados, organizados en unidad bajo un liderazgo calificado apropiado, quienes se reúnen para unirse en compañerismo, oración, servicio, enseñanza, instrucción y animarse mutuamente a perseverar en la fe y las buenas obras.
El regreso de Cristo
Creemos que en un tiempo conocido sólo por Dios mismo, Jesucristo vendrá del cielo a traer a este mundo y a este tiempo a un fin. El vendrá en persona y en gran poder a buscar a toda su gente para sí. Los muertos serán levantados y todos los hombres y mujeres serán juzgados por Él. Luego habrá una solemne separación. Aquellos que no han respondido al amor de Cristo, serán condenados al castigo eterno en el infierno. Aquellos que respondieron con arrepentimiento y fe y que por lo tanto han sido justificados vivirán eternamente en la presencia de Dios, reinando con Cristo en su reino.