Querida iglesia, antes que todo les mando un cariñoso saludo, esperando que se encuentren bien y de buen ánimo junto a los suyos.
He pensado mucho sobre enviar este email porque me preocupa algo que ha estado empeorando últimamente en nuestra congregación. Tiene que ver con la hora de llegada a la iglesia los domingos. Finalmente me he atrevido a hacerlo porque la verdad es que en los últimos domingos he visto que esto se ha intensificado.
El Servicio Dominical comienza a las doce del día, sin embargo es muy habitual que a esa hora solo esté presente el 10% de la congregación, los demás llegan durante el Servicio. ¿Por qué ocurre esto? ¿Es por falta de planificación? ¿por falta de interés?,
Supongo que uno no llega a su trabajo la mayoría de las veces tarde, o a una cita con el doctor, o a ver una película en el cine. Entonces, ¿por qué es un hábito llegar tarde a la reunión de mi congregación, sobre todo cuando ésta comienza a medio día? ¿Por qué pensamos que no hay problema en distraer a los que han llegado antes?
Sé que algunos responderán diciendo que es un mal de nuestra cultura (que sin duda lo es) o dirán que es normal y hasta aceptado que se llegue tarde, pero no creo para nada que es aceptable entre cristianos, ya que funcionamos bajo otro prisma y otras prioridades.
Sueño con el día cuando el 90% de la congregación esté en la iglesia a las 11:45, para tener un tiempo de oración o ayudar en los diversos detalles que hay que preparar antes y que siempre los hacen las mismas personas, como por ejemplo: preparar la Mesa del Señor cuando hay Santa Cena, ofrecerse para recoger la ofrenda, etc.
Como dije, he pensado mucho si enviar este email o no, pero creo que en el comportamiento de llegar habitualmente atrasado, si hay un problema espiritual, de prioridades y de relevancia con las cosas del Reino de los Cielos, junto con una cuota no menor de falta de respeto con aquellos que se distraen al ser interrumpidos con la llegada tarde de algunos. Quiero animar a todos a meditar en estas palabras que créanme que han sido escritas con mucho amor y respeto, pero también con una cuota de preocupación por una actitud que creo que no es correcta en los cristianos.
Un abrazo a todos, Enrique