Intro

Así es como se describe la expectativa del encuentro entre los niños y el gran Aslan en la Crónicas de Narnia.

Aslan está en movimiento. [Dijo el castor] —¡Oh, sí! Cuéntenos de Aslan —dijeron varias voces al mismo tiempo. Otra vez los invadió ese extraño sentimiento…, como si para ellos hubiera llegado la primavera, como si hubieran recibido muy buenas noticias. —¿Quién es Aslan? —preguntó Susan. —¿Aslan? ¡Cómo! ¿Es que no lo saben? Es el Rey. Es el Señor de todo el bosque, [y] corre la voz que él ha vuelto. Está en Narnia en este momento y pondrá a la Reina [malvada] en el lugar que le corresponde. Él va a salvar al señor Tumnus; no ustedes. Si [la reina] logra sostenerse en sus dos piernas y mirarlo a la cara, eso será lo más que pueda hacer… [Si hay alguien que pueda presentarse ante Aslan sin que le tiemblen las rodillas, o es más valiente que nadie en el mundo, o es, simplemente, un tonto]. —Entenderán todo cuando lo vean —concluyó el Castor. —Pero, ¿lo veremos? —preguntó Lucía. —Para eso los traje aquí… Los voy a guiar hasta él. —¿Es…, es un hombre? —preguntó Lucy. —¡Aslan, un hombre!?—exclamó el Castor—. No. ÉL es el Rey y el hijo del gran Emperador más allá de los Mares. Aslan es un león… El León, el gran león. —¡Oh! —exclamó Susan—. Y él…, //¿se puede confiar en él?//

 

 

 

 

Contexto

“Los capítulos 1 al 5 describen el fracaso espiritual del pueblo de Dios… concluye el capítulo 5 diciendo; Si alguien contempla la tierra, la verá sombría y angustiada, y la luz se ocultará tras negros nubarrones… ¿Cuál será entonces la salvación? Sólo un acto radical de la Gracia de Dios.”

Llegamos entonces al capítulo 6, una Visión de la gloria y la Gracia de Dios, en la que descubrimos, Su Santidad, Su Misericordia, Su Justicia, y su Esperanza, en un pasaje que ha sido y será uno de los pasajes más importantes del cristianismo.

 

 

Esta visión la recibió Isaías, verso 1, El año de la muerte del rey Uzías. Leemos acerca de Uzías en 2 Crónicas 26;

4… hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, conforme a todo lo que su padre Amasías había hecho. 5 Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, quien tenía entendimiento por medio de la visión de Dios; y mientras buscó al SEÑOR, Dios le prosperó… 16 Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al SEÑOR su Dios…

 

1. La Santidad de Dios

La gloria de Dios es el brillo asombroso, el peso excelente, que sale de su pura y completa santidad. Imaginen por un segundo un ser completamente puro, bueno, amoroso, justo, sabio, todo poderoso, que todo lo sabe, soberano, eterno, único, etc. Todo en un sólo lugar, un sólo ser. Es ante todo esto combinado que los ángeles al contemplarlo cantan Santo, Santo, Santo es el Señor.

Tenemos que partir diciendo lo importante que son estas palabras, y en un sentido este libro entero (la Biblia), pues ya que Dios es invisible, lo único que tenemos para conocerle de manera personal, es su palabra, lo Él decidió dar a conocer, en este caso a través de Isaías. Y esto es lo que vio… Mira Isa. 6…

1 El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.

 

¿Te fijaste en la descripción de Dios? Excelso… sublime… sentado en un trono… ¿Notaron el contraste entre a muerte del rey terrenal, Uzías, y la visión del verdadero rey y Señor de todo? Murió uno, pero el excelso todavía está sentado en el trono. El contraste se hace más notorio cuando descubrimos que la palabra que Isaías usa para Señor aquí no es la típica Jehová, o Yahwew, sino adonai, que implica soberanía, no es un nombre sino un título.

Mientras el pueblo de Dios pone su confianza en reyes humanos, el llamado de Isaías les recuerda que sólo hay un rey que permanece en el cual vale la pena confiar. Ya nos había dicho en el capítulo 2, se los recuerdo; 11 “la mirada altiva del hombre será abatida, Y humillada la soberbia de los hombres. Sólo el Señor será exaltado en aquel día.” Ese es Dios desde siempre y para siempre… ¿Y qué de su Santidad? Verso 3;

3 Y se decían el uno al otro:

«*Santo, santo, santo es el SEÑOR *Todopoderoso;

toda la tierra está llena de su gloria.»

 

Alguno seguro ya han escuchado esto, pero Isaías no tenía un computador donde podía escribir, con negrita, cursiva y subrayado las cosas que quería enfatizar, por último le podemos poner signos de exclamación. Tampoco había una expresión en hebreo para los superlativos, como Santísimo, ¿entonces que hacía? Lo decía 3 veces… Santo, Santo, Santo…

 

Lo que es impresionante es que no hay ningún otro atributo de Dios en el que se use este superlativo. En ninguna parte dice que Amor, amor, amor es el Señor, o Poderoso, poderoso, poderoso es Dios, sólo se dice eso de su santidad. Como habrá sido el resplandor se su gloria, y la pureza de su santidad, que aún los serafines, que no tienen el corazón corrompido, tuvieron que cubrir con sus alas sus rostros y sus pies, Un poco como Moisés, cuando tuvo que quitarse los zapatos porque el lugar donde Dios se había manifestado era santo. O como cuando tuvo que esconderse en una cueva cuando Dios pasó declarando su gloria.

 

De alguna forma, la santidad de Dios es la combinación de todos sus atributos juntos, como sólo Dios es eternamente amoroso, sólo Él es excelentemente sabio, justo, bueno, etc, entonces sólo Él es Santo, Santo, Santo. Es una manera de declarar que Dios es distinto a todo, único, apartado, trascendente. ¿Se fijaron además la relación entre su santidad y su gloria? El Señor es tres veces Santo y la tierra entera se llena de su gloria. (cf. Apocalipsis 4:8-9)

Cuando Isaías vio esto, nos cuenta, en el verso 4, Al sonido de sus voces, se estremecieron los umbrales de las puertas y el templo se llenó de humo. De alguna manera recordándole la gran manifestación de su gloria también cuando rescató al pueblo de la esclavitud en Egipto, la presencia de Dios los acompañaba como una gran nube de humo, La misma presencia de Dios ahora delante de Isaías.

 

De nuevo, se nos llama a darnos cuenta, que sólo hay un rey en el que debemos, y podemos poner nuestra confianza. Una y otra vez nos vamos a ver tentados a poner los ojos en las cosas terrenales, pero cualquier otra cosa en la que pongamos nuestra confianza nos va a defraudar o desilusionar. Así como Uzías partió como un rey que hizo lo bueno delante de Dios, y luego nos desilusionó, volviéndose orgulloso, así también cualquier cosa en la que pongamos nuestra seguridad aquí en la tierra, tarde o temprano nos defraudará. El dinero, nunca será suficiente, las relaciones, nunca satisfacen completamente, etc. En cambió si podemos confiar en el verdadero rey sentado y exaltado en un trono eterno…

 

2. La Gracia de Dios… Respondió con confesión… 

Isaías tras esta tremenda revelación de la Santidad y gloria de Dios sólo puede responder de una manera, ¿Viste lo que pasó? vs. 5;

5 Entonces grité: «¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios *impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!»

 

Al ver la gloria y la Santidad de Dios no pudo más que reconocer su pecado, y su condición delante de Él; “Hay de mí… Estoy perdido.” Así como él, hay muchos que cayeron rendidos ante la revelación de la gloria de Dios; Moisés por ejemplo, después de ver la espalda de la gloria de Dios, se postró en tierra y adoró. O Job, después de 4 capítulos en los que Dios demuestra su gloria, no pudo más que decir; “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven. Por tanto, me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42:5-6).

 

También es importante que nos demos cuenta como Isaías se identifica con el pecado del pueblo; soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito. Y lo que vemos enseguida en esta visión es la gracia de Dios. Él había reconocido su completa indignidad y el pecado de sus labios y el de su pueblo, entonces, verso 6…

6 En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado del altar. 7 Con ella me tocó los labios y me dijo: «Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado.»

 

¿De dónde tomó el ángel la brasa? Del Altar. ¿Qué se hacía en el altar del templo? Se hacían los sacrificios por el pecado. La impureza de Isaías había sido expiada, limpiada, purificada. Isaías acaba de disfrutar de la gloria misma del evangelio; el indigno fue perdonado por el glorioso… Y esto debía servir como una especie de ejemplo para el resto del pueblo.

Acuérdense que hemos venido escuchando por cinco capítulos acerca de la rebelión del pueblo, sus impurezas, su orgullo e idolatría. El problema es cómo un pueblo así puede llegar a ser el pueblo donde habite la presencia de este Dios tan Santo que Isaías había visto.

 

Isaías experimentó lo que el pueblo debía experimentar, el llamado a arrepentirse que les había hecho en el capítulo 1. Isaías experimento lo que muchos de nosotros hemos experimentado; el perdón de nuestro pecado, por el sacrificio de otro en el altar. Dios ha provisto una manera de limpiarnos y declararnos santos a nosotros los impuros. Esa manera es la vida, muerte y resurrección de Jesús. Él fue sacrificado en nuestro lugar para que nosotros no estuviéramos perdidos cuando nuestros ojos vean al Rey, el Señor todopoderoso. Por eso Juan puede decir:

9 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad… 2.1 Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por [los] del mundo entero.

 

3. La Justicia de Dios… Isaías Respondió con Disposición… 

El pueblo podría disfrutar de esta misma gracia. Pero antes vendría el juicio, y alguien debía proclamarlo. Fíjate en el vs 8.

 

8 Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré?

¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí!

 

Después de ver su gloria, ver su gracia… Isaías no podía más que responder a la comisión de Dios, con plena disposición; Dar a conocer la Santidad y la gloria de Dios, y dar a conocer su mensaje. Mensaje que no resulta ser tan esperanzador al principio, vs 9 y 10

9 Él dijo: —Ve y dile a este pueblo:

»“Oigan bien, pero no entiendan; miren bien, pero no perciban.”

10 Haz insensible el corazón de este pueblo; embota sus oídos

y cierra sus ojos, no sea que vea con sus ojos, oiga con sus oídos,

y entienda con su corazón, y se convierta y sea sanado.

 

Suena terrible, ¿realmente Dios no quiere que entiendan y se conviertan? Bueno, eso es lo que Dios está diciendo aquí. Pero tenemos que acordarnos de lo siguiente: Dios no está dirigiendo estas palabras a un pueblo esencialmente bueno, ni siquiera a un pueblo neutral (ni bueno ni malo). Dios se está refiriendo a un pueblo rebelde, cuyo corazón está corrompido, que desde los pies a la cabeza no tiene nada sano, ¿se acuerdan? De hecho lleva 5 capítulos describiendo la rebelión, el orgullo y la idolatría de este pueblo. Estás son palabras del juicio que levantó en el capítulo 1, cuando llamó a los cielos y la tierra como testigos, esta es la declaración de una condena; Ya que hijos crié, pero ellos se rebelaron en mi contra, ya que hasta el burro entiende a su amo, pero ellos no entienden a su Dios (1:2-3), entonces los condeno a exactamente eso, a no entender (6:9-10).

 

 

 

4… Isaías respondió con Compasión…

Todo esto no dejó a Isaías diciendo, «Bah, total se lo merecen.»  ÉL sabía que había recibido una gracia incondicional, creo entonces que hay compasión por el pueblo cuando pregunta en el verso 11; “¿Hasta cuándo Señor?”

Y Él dijo, «Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno… 12 hasta que el SEÑOR haya enviado lejos a todo el pueblo, y el país quede en total abandono.

 

Dios va a usar a Asiria, y luego a Babilonia, para expulsar al pueblo de la tierra que les había dado, y destruir las ciudades. Dios mismo los estaría enviando al exilio, como juicio por su rebelión. Y si aún suena como a un Dios terrible, les recuerdo que Jesús mismo citó estas palabra para referirse a su enseñanza. A sus discípulos les dijo;

11 «A ustedes se les ha revelado el secreto del reino de Dios… pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas, 12 para que »“por mucho que vean, no perciban; y por mucho que oigan, no entiendan; no sea que se conviertan y sean perdonados.”

 

Jesús veía su predicación de la misma manera en que Isaías fue enviado. Una predicación de juicio para quienes se han rebelado y no quieren conocer a Dios. Pero de salvación, por supuesto, de compasión por sus discípulos, para aquellos a los que Dios en su misericordia les de a conocer los misterios del reino. Es ahí donde vemos la esperanza de Dios en el mensaje de Isaías. Escucha el final del verso 13:

Pero así como al talar la encina y el roble queda parte del tronco,

esa parte es la simiente santa.»

 

La imagen, una vez más, es preciosa; Un bosque entero ha sido destruido, pero en un tronco, se ve un brote. ¿Escucharon hace como un año y medio que se quemaron no sé cuántas hectáreas de bosque en la autopista que va a Concepción? Sólo uno o dos meses después, pasé por ahí en un bus, y era increíble ver como empezaban a asomar los brotes verdes desde el suelo negro. Así será la esperanza para este pueblo, luego de toda la destrucción, vendrá un brote, un renuevo. En el capítulo 11 vamos a descubrir que este brote es una persona, un descendiente de David. Este brote, la esperanza para que finalmente el pueblo rebelde sea el pueblo en el que la Santidad de Dios habita, el rey eterno, es Jesús, un rey que ha muerto y que ha resucitado, y que no morirá más, no como Uzías. Jesús es un rey que murió por su humildad, no por su orgullo. El Santo de Dios, fue el sacrificio mismo por el pecado de su pueblo.

 

Conclusión

Isaías vio a Dios de tal manera que su vida cambió para siempre.

Conoció de tal manera a Dios, que no pudo más que responder en confesión, disposición y compasión. Así reaccionaron los niños y los castores en la Crónicas de Narnia cuándo se encontraron con Aslan…

En cuanto a Aslan mismo, los Castores y los niños no sabían qué hacer o decir cuando lo vieron. La gente que no ha estado en Narnia piensa a veces que una cosa no puede ser buena y terrible al mismo tiempo. 

Pero cuando trataron de mirar la cara de Aslan, sólo pudieron vislumbrar una melena dorada y unos ojos inmensos, majestuosos, solemnes e irresistibles. Se dieron cuenta que ellos eran incapaces de mirarlo. Por fin Pedro avanzó hacia el León y dijo: —Hemos venido…, Aslan. —Bienvenido, Pedro, Hijo de Adán —dijo Aslan—. Su voz era ronca y profunda y de algún modo les quitó la angustia. Ahora se sentían contentos y tranquilos… 

 

Del asombro y el espanto, pasaron a sentirse seguros y bienvenidos. ¿Cómo vamos a reaccionar nosotros ante la Gloria de Jesús? Mira lo que pasó con Pedro según Lucas 5. No había pescado nada en toda la noche, y Jesús les dijo que tiraran la red al otro lado de la barca, y después de decir “oye, mira, nosotros somos lo que entendemos de esto, pero para no ofenderte lo vamos a hacer.” Y recogieron tantos peces que se rompían las redes…

8 Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: “¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!” 9 Porque el asombro se había apoderado de él y de todos sus compañeros… 11 Y después de traer las barcas a tierra, dejándolo todo, siguieron a Jesús. (Lucas 5)

 

Igual que Isaías… Pedro cayó y se arrepintió… pero no ante una visión del cielo y ángeles que adoraban, no ante Dios tronando su voz desde los cielos… sino ante Jesús. Y vemos su disposición también a dejar todo y seguirle.

 

VIDA DIARIA