Intro…

La Biblia habla mucho del dinero, más de lo que a algunos les gustaría. Se dice que el 25% de lo que enseña en NT es acerca de la plata o las posesiones. Eso significa que en promedio uno de cada cuatro sermones debiera ser acerca del dinero. Otros han calculado que el 15% de todo lo que Jesús dijo tiene que ver con el dinero, y eso es más de lo que enseñó acerca del cielo y el infierno, juntos.

 

Ahora, en pasajes como el que acabamos de leer, Jesús no está diciendo que esforzarse por proveer sea malo, de hecho en otra parte de las escrituras el apóstol Pablo nos recuerda que proveer es parte de nuestro rol cristiano, que si no lo hacemos somos igual que los paganos. Tampoco está enseñando que no debemos ser precavidos y ahorrar para futuras eventualidades, de nuevo, leemos en otra parte que José, un hombre de Dios aconsejó sabiamente al faraón en Egipto que debían guardar el trigo para futuros años de hambruna, y salvó así a su propio pueblo.

 

El problema no es la plata. La plata en sí misma no es mala… el problema es el amor por la plata, el amor por las cosas materiales lo que es malo. 1 Timoteo 6:10 dice: “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.” Es la codicia, el egoísmo, y la excesiva confianza en el dinero, con la respectiva falta de confianza en Dios… eso es el problema, y trae sus consecuencias… El problema no es ni siquiera para los que tienen más, si no para todos. Los que tienen mucho, pueden querer acumular más para su propio beneficio.

Alguna vez escuché que le habían preguntado a un multimillonario cuánto dinero era suficiente, y él contestó: “Un dólar más, un dólar más…” Pero este problema también lo pueden sufrir los que tienen poco, codiciando lo que otros tienen, poniendo su seguridad en lo que no tienen… “si tan sólo tuviera, ESE auto… si pudiera vivir en ESA casa…” Un amigo misionero me contaba que tenía un auto – que era un desastre, que andaba por la calle medio escondido, que no lo vallan a pillar sus amigos en ESE auto. Pero… que entre los otros misioneros… se sentía orgulloso, “miren que austero que soy, como sufro por causa del evangelio.” Hasta que un día el auto murió, y partió al taller. Entonces un hermano más acomodado de una iglesia, muy generoso, le prestó por mientras, su segundo auto; una camioneta, del año, tracción, asientos de cuero, full… y cuando salía a la calle, era un canchero, se lucía. Pero… cuando llegaba entre los misioneros, se escondía, no lo vayan a ver con ese lujo, ¡que vergüenza!

 

Entonces no se trata de si tengo o no tengo, es un problema del corazón; un problema de IDOLATRÍA… hay algo que deseo demasiado, algo en lo que pongo mi esperanza y mi seguridad, el dinero… lo tenga o no lo tenga, confío en que eso es mi seguridad. También es un problema de IDENTIDAD… soy más querido, estoy mayor realizado, o soy mejor aceptado, si tengo, o si pudiera tener, más plata. ¿Qué es lo que realmente valoro? ¿Qué es lo que me preocupa más? Es a esto a lo que Jesús se refiere en esta sección del sermón del monte, donde nos confronta y nos dice lo que realmente significa ser un ciudadano del reino de Dios,

un discípulo de Cristo.

Jesús nos enseña y nos advierte en este pasaje acerca de la codicia y de desear el dinero o las cosas materiales con tres ilustraciones, la de los dos tesoros, las dos visiones y los dos señores; tesoros, visiones, señores…

 

  1. Dos tesoros… 

Primero; Hay dos tesoros… Y Jesús quiere los pongamos uno al lado del otro, y  que al compararlos nos demos cuenta de que uno definitivamente vale la pena… escucha el verso 19…

No atesoren para ustedes tesoro en la tierra

donde la polilla y el óxido destruyen

y donde los ladrones se meten y roban

 

La idea es que cualquier cosa que podamos atesorar, o acumular aquí en la tierra, es por un lado temporal, no durará para siempre. No sólo es temporal, además es inestable o insegura. Sí o sí, lo que atesoremos en esta tierra estará sujetos a factores que no podemos manejar… Recesiones… corrupción… desgaste… años de sequía… tecnología que quedó obsoleta… etc…

 

Y para que hablar de “los amigos de lo ajeno.” Un amigo me contaba que a su cuñado, en el último año, cuatro veces le habían robado el auto… La polilla destruye… los ladrones, se meten, incluso la palabra es más fuerte, corroen como ratones hasta entrar, y después roban… Pero eso no pasa con los tesoros en el cielo, sino todo lo contrario… verso 20…

Pero atesoren para ustedes tesoro en el cielo

donde ni la polilla ni el oxido destruyen

y donde los ladrones no entran ni roban

porque donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón

 

  1. Dos Visiones. 

La segunda ilustración es la de las dos visiones… y pareciera que no tuviera nada que ver con lo que está diciendo, pero lo que hace es hablar de lo mismo pero cambiando la imagen del corazón, al ojo… mira el verso 22 y 23…

la lampara del cuerpo es el ojo

entonces, si tu ojo es claro

todo tu cuerpo estará brillante

Pero si tu ojo es malo

todo tu cuerpo estará oscuro

entonces, si la luz que está en ti es oscuridas

¿Qué grande la oscuridad?

Si la idea del ojo es paralela a la del corazón, lo que Jesús quiere decir aquí es que tenemos que cuidar en qué cosas estamos fijando nuestra atención. Si nuestra visión es clara, o sana, entonces el cuerpo, la vida, estará brillante… El contraste es con el ojo malo, o malvado. Si nos encandilamos con la plata o las posesiones en realidad vamos a terminar con la vista nublada, o como un autor dice: “Si estamos obsesionados con el dinero, vamos a perder de vista todo lo demás en la vida que realmente importa.”

 

 

Otro sentido de un ojo claro, puede ser el de una visión simple, enfocada, atenta a las necesidades de los demás… una visión generosa. Entonces, “no sólo es importante tener tesoro en el lugar adecuado, es vital enfocar la vida con una apreciación generosa… de las demás personas.”

 

 

¿En qué estamos fijando nuestra vista? ¿En nosotros mismos y en nuestro provecho, o en el de los demás? Muchos conocen a Gollum, un personaje de las novelas de J. R. R. Tolkien. Así lo describe en El Hobbit:

“Era Gollum: Tan oscuro como la oscuridad, excepto dos grandes ojos redondos y pálidos en la cara flaca… -[Mi precioso] -murmuraba como lo había hecho a me nudo en los oscuros días interminables-. -Eso es lo que queremos, sí, ¡lo queremos!… Aún a veces se ponía [el anillo], cuando no aguantaba estar lejos de él ni un momento más, o cuando estaba muy hambriento y harto del pescado. -¿Dónde está? ¿Dónde está? -sollozaba-. Se ha perdido, precioso mío, ¡perdido! ¡perdido! ¡Maldíganos y aplástenos precioso mío! ¡Se ha perdido!”

 

 

Por el resto de la historia sabemos que Gollum no siempre fue así, sino que su obsesión por el anillo lo llevó a vivir en oscuridad. Bastante gráfico, pero debemos hacernos la pregunta si acaso no nos comportamos igual, si acaso no vamos en la misma dirección, cuando deseamos mucho el dinero, o las posesiones… ¡mi iphone! ¡mi iphone! Concentrarnos en las cosas nubla nuestra vista y oscurece nuestras vidas…

 

  1. Dos Señores.

La tercera imagen es la de los dos señores, o los dos amos. Y es realmente la conclusión de estas ilustraciones… verso 24…

Nadie puede servir a dos señores

porque, o a uno odia y al otro ama

o se apegará a uno y al otro despreciará

No pueden servir a Dios y al dinero.

 

La conclusión es directa; o sirves y amas a Dios… o sirves y amas al dinero.¿Para qué vivimos? ¿Qué es lo que tiene control sobre tu vida?

Realmente Jesús nos deja con sólo dos opciones; Eres tú el que usa el dinero para servir a Dios, o es el dinero el que te usa a ti. De hecho, la palabra para dinero en este pasaje es literalmente ‘Mammon’, que parece ser el nombre del dios pagano de las riquezas.

¿A qué dios estás sirviendo? Volvemos al punto, es una cuestión de idolatría e identidad. ¿Por qué es tan difícil someter nuestros bolsillos a la voluntad de Dios? Porque los hemos sometido a la voluntad de nuestras billeteras. Pero lo que Jesús está diciendo es muy importante, no podemos estar declarando a Jesús como Señor todos los domingos, y viviendo bajo el señorío del dinero el resto de la semana.

 

¿Cómo respondemos entonces a estas palabras de Jesús? Hay, creo, tres maneras de enfrentar este tema; La primera es la tradicional, o religiosa. Probablemente la que más hemos escuchado en círculos cristianos. “La Biblia dice que tenemos que ser generosos, que tenemos que ofrendar lo mejor de nuestros productos, y la ley establecía que el diez por ciento de nuestros ingresos deben ser para el templo, así que podemos sentirnos orgullosos de diezmar, o sentirnos condenados cuando no lo hacemos.”

 

La segunda manera es algo más nueva, pero se está volviendo popular. “Hermanos, si ustedes dan, el Señor los va a recompensar. Si aman a Dios, Dios los va a amar devuelta y les va a devolver sobreabundantemente y materialmente lo que están aportando… Si realmente tienen fe, dios los va a prosperar, y tendrán una vida de mucho gozo.” Y así terminamos enojados con Dios cuando no nos prospera, o muy entristecidos porque parece que no tenemos la suficiente fe, o parece que Dios en verdad no nos ama tanto.

La tercera manera de enfrentar estas palabras es la siguiente: Nuestro tesoro en el cielo no son cosas, ni dinero, no es nuestro orgullo ni nuestra prosperidad material, no es ni siquiera “una parcelita”. Nuestro tesoro en el cielo es una persona… Es nuestro Señor, es Jesús, el único Dios, que como hemos dicho otras veces, se ha sacrificado por nosotros en lugar de exigir de nosotros sacrificio. Si a Él atesoramos, si en Él nos enfocamos, y a Él servimos, entonces con gozo vamos a entregar recursos para las necesidades de los más necesitados… con gozo vamos a aportar para que este tesoro sea anunciado.

 

Hay una Parábola de Jesús, más adelante en Mateo 13.44 que dice: “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.” Fíjate en el orden de los factores… el hombre primero descubrió el tesoro, y después, lleno de alegría se despojó de todo lo que tenía… atesorar a Jesús es más valioso que todas nuestras posesiones.

 

Aplicación…

Si tú no eres creyente y estás visitándonos, quiero asegurarte que este es un llamado a quienes han descubierto este tesoro, así que, por un lado, deseo de todo corazón que disfrutes con nosotros de este tesoro para tu propia bendición. Dios vino en Jesús y vivió una vida perfecta y obediente, algo que nosotros no podemos hacer, murió una muerte injusta y cruel que nosotros debíamos sufrir, y resucitó para reinar sobre todas las cosas y asegurar el perdón y la salvación a todos los que creen, esa es una maravillosa noticia, ¡un tesoro eterno!

Por otro lado, quiero que sepas que no exigimos el dinero de los que creen, ni prometemos cosas a los que aportan, por lo menos no más allá de lo que la Biblia promete.

 

Y a los creyentes, sobre todos a los miembros de Iglesia Providencia, quiero asegurarles que nadie se hace más rico con sus aportes. Los administra el concilio en el temor de Dios, para el mayor progreso del evangelio. Así que si atesoras a Jesús, participemos juntos del avance del evangelio. Porque, donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón (21). Si atesoramos a Jesús en el corazón, con nuestros aportes y ofrendas podríamos financiar, más pastores, misioneros, seminaristas, aprendices, plantaciones de iglesia, proyectos de servicio social y cubrir a hermanos nuestros en necesidad, todas cosas que promueven el evangelio en todas partes.

 

Por eso piensa, ¿cuáles son realmente tus necesidades? ¿Cuáles las cosas que te están alegrando? ¿Son cosas que pasan de moda o se vuelven obsoletas? ¿o son las que se pueden robar?

 

Esta visión de Cristo afecta tu presupuesto. Esta visión de Cristo afecta el propósito para el cual trabajas. Esta visión de Cristo afecta tu estilo de vida. Esta visión de Cristo afecta donde pones tu confianza; “Por eso les digo, (verso 25) no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán…”

Y el verso 33; “… busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”