Jueces 10:6-11:11
Una vez más los israelitas hicieron lo que ofende al Señor. Adoraron a los ídolos de Baal y a las imágenes de Astarté; a los dioses de Aram, Sidón y Moab, y a los de los amonitas y los filisteos. Y como los israelitas abandonaron al Señor y no le sirvieron más, él se enfureció contra ellos. Los vendió a los filisteos y a los amonitas, los cuales desde entonces y durante dieciocho años destrozaron y agobiaron a todos los israelitas que vivían en Galaad, un territorio amorreo, al otro lado del Jordán. También los amonitas cruzaron el Jordán para luchar contra las tribus de Judá, Benjamín y Efraín, por lo que Israel se encontró en una situación de extrema angustia. Entonces los israelitas clamaron al Señor:
—¡Hemos pecado contra ti, al abandonar a nuestro Dios
y adorar a los ídolos de Baal!
El Señor respondió:
—Cuando los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos, los sidonios, los amalecitas y los madianitas los oprimían y ustedes clamaron a mí para que los ayudara, ¿acaso no los libré de su dominio? Pero ustedes me han abandonado y han servido a otros dioses; por lo tanto, no los volveré a salvar. Vayan y clamen a los dioses que han escogido. ¡Que ellos los libren en tiempo de angustia!
Pero los israelitas le contestaron al Señor:
—Hemos pecado. Haz con nosotros lo que mejor te parezca, pero te rogamos que nos salves en este día.
Entonces se deshicieron de los dioses extranjeros que había entre ellos y sirvieron al Señor. Y el Señor no pudo soportar más el sufrimiento de Israel.
Cuando los amonitas fueron convocados y acamparon en Galaad, los israelitas se reunieron y acamparon en Mizpa. Los jefes y el pueblo de Galaad se dijeron el uno al otro: «El que inicie el ataque contra los amonitas será el caudillo de todos los que viven en Galaad.»
Jefté el galaadita era un guerrero valiente, hijo de Galaad y de una prostituta. Galaad también tuvo hijos con su esposa, quienes cuando crecieron echaron a Jefté. «No tendrás parte en la herencia de nuestra familia —le dijeron—, porque eres hijo de otra mujer.» Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir en la región de Tob, donde se le juntaron unos hombres sin escrúpulos, que salían con él a cometer fechorías.
Después de algún tiempo, cuando los amonitas hicieron la guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob.
—Ven —le dijeron—, sé nuestro jefe, para que podamos luchar contra los amonitas.
Jefté les contestó:
—¿No eran ustedes los que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a verme ahora, cuando están en apuros?
Los ancianos de Galaad le dijeron:
—Por eso ahora venimos a verte. Ven con nosotros a luchar contra los amonitas, y serás el caudillo de todos los que vivimos en Galaad.
Jefté respondió:
—Si me llevan con ustedes para luchar contra los amonitas y el Señor me los entrega, entonces de veras seré el caudillo de ustedes.
Los ancianos de Galaad le aseguraron:
—El Señor es nuestro testigo: haremos lo que tú digas.
Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo puso como su caudillo y jefe. Y reiteró en Mizpa todas sus palabras en presencia del Señor.
Esta es Palabra de Dios