La Escuela Dominical esta de regreso!!!

La Escuela Dominical esta de regreso!!!

A partir del domingo 9 de marzo los niños retornan a la escuela dominical. Después de una oración en el servicio salen a las salitas a aprender de Dios y compartir con sus amigos la fe en Jesús.

ED marzo

Resoluciones 2014

Resoluciones 2014

La Biblia está llena de resoluciones o decisiones de hombres y mujeres de Dios que quieren honrarle, siervos que temen a Dios y buscan agradarle mejor cada día. Y el año nuevo es tradicionalmente un buen momento para hacer nuevas resoluciones. Lamentablemente basta que pase un par de semanas para que la mayoría de nuestros nuevos hábitos se desvanezcan, nuestros corazones se desanimen y volvamos a la misma vida de comodidad que teníamos antes. Pero vale la pena tratar de nuevo, recordando los siguientes consejos;

Dependencia. Si bien somos responsables de nuestras faltas, la vida cristiana depende de la gracia de Dios, es por fe de principio a fin (Rom 1.17), es en la gracia que debemos esforzarnos (2 Tim 2.1), De la manera en que lo recibimos, así debemos andar en Él (Col 2.7). Nuestras resoluciones necesitan de un poder sobre natural para que podamos llevarlas a acabo, especialmente porque son disciplinas espirituales.

Humildad. A raíz de la dependencia, debemos cultivar humildad al establecer nuestras resoluciones, después de todo, si depende de Dios que las pongamos en práctica, es Él el que debe llevarse toda la gloria. No podemos jactarnos pues de nuestras actitudes, de hecho no nos podemos jactar de nada (Efe 2.8, Gal 6.14).

Evangelio. Se desprende de lo anterior, que recordemos que nuestra seguridad, identidad y salvación están en Cristo. Cumplir nuestras resoluciones no nos hace más merecedores de su amor y bendición, tampoco nos hace mejor que los demás, ¡así como fallar en nuestras resoluciones no nos hace peores que los demás, ni menos merecedores de su amor! Sabemos que Dios nos ama porque envió a Su Hijo a morir por nosotros y derramó su Espíritu en nosotros aún siendo pecadores (Rom 5.1-10).

Estableciendo ese fundamento podemos empezar a pensar en nuestras resoluciones de próximo año. Nos vamos a ver tentados a tomar grandes decisiones, a veces poco realistas, o con las motivaciones equivocadas, como leer la Biblia dos veces en el año (¡porque a nadie se le ha ocurrido hacer eso todavía!), o escribir un libro (¡para hacerme famoso!), etc. Pero la realidad de nuestras limitaciones de tiempo y capacidades deben recordarnos que vivimos cada día pequeños momentos que pueden hacer una gran diferencia a largo plazo. Paul Tripp nos recomienda que veamos a Dios obrar en nosotros en esos 10 mil pequeños momentos; como cuando desearíamos habernos mordido la lengua antes de haber dicho esas palabras hirientes, o habernos levantado esos 10 minutos antes para orar por alguien en necesidad, etc. Son esas pequeñas cosas las que van a hacer la gran diferencia en nuestro estilo de vida.

Otro buen consejo es recordar que las “resoluciones son intenciones con una estrategia. Uno no se queda esperando a que las cosas pasen, sino que las planificamos para que pasen.”

Pensemos entonces en la resolución como una visión, qué nos gustaría ver en nuestra vida como creyentes; comunión diaria con Dios, gestos de cariño para la esposa, vecinos que lleguen a conocer a Jesús, etc. Luego, establecemos metas realistas; un devocional diario, leer la Biblia en dos años, mantener una lista de oración, etc. Finalmente piensa en una estrategia; un horario, una rutina, alguien con quién rendir cuentas, etc. Leía por ahí (99u.com) que para crear nuevos hábitos es bueno generar rutinas antes del hábito en sí. Por ejemplo, si quiero sentarme a leer, pongo el despertador, me levanto, abro las cortinas, me sirvo un café y entonces leo. Así mi mente y mi cuerpo también se preparan para establecer ese nuevo hábito. Quizás una tabla así nos ayude de ejemplo;

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Es bueno que cada resolución tenga un verso de la palabra de Dios, que nos anime y nos recuerde por qué queremos lograr ese nuevo hábito. Recuerda, es muy probable que fallemos, otra vez, pero ahí estará Dios recordándonos que eso es para que dependamos más de Él y busquemos en Cristo su perdón. Es en esos pequeños momentos que Dios estará siendo fiel en cumplir lo que ha comenzado (Filipenses 1.6).

“Con este fin también nosotros oramos siempre por ustedes, para que nuestro Dios los considere dignos de su llamamiento y cumpla todo deseo de bondad y la obra de fe con poder” (2 Tesalonicenses 1.11)

Felipe Chamy

Asamblea Anual

Ayer domingo tuvimos nuestra Asamblea Anual de la Iglesia Providencia. Junto con le informe pastoral se eligieron a los nuevos representantes al concilio. Los representantes salientes eran:

Ryan Cooper

Edwin Peña

Marcus Cobb

Pablo Hojman

A quienes agradecemos profundamente su disposición y entrega al servicio del evangelio.

Fue Reelegido Marcus Cobb, y además empiezan su período:

Elizabeth Calderón

Leslie Du Belloy

Priscila Valencia

 

Un anuncio importante durante la asamblea fue la  contratación del Seminarista Christian Concha como ministro de Jóvenes a medio tiempo a partir del próximo año.

 

Gracias a todos por su participación y oraciones.

C. S. Lewis redescubierto

Post original de thegospelcoalition.org en español

 

C.S. Lewis, redescubierto

José de Segovia

Hace ya cincuenta años que murió C. S. Lewis, pero su figura parece haber sido redescubierta por una nueva generación. Aunque muchos niños le han conocido por sus Crónicas de Narnia, sus títulos más populares se continúan reeditando, e incluso han aparecido traducciones de material que estaba todavía inédito en castellano. Al celebrar su aniversario, es un buen momento para volver a preguntarse quién fue realmente Lewis y cuál era su teología.

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El hecho de que en estos últimos años, editoriales católicas españolas estén publicando sus libros -últimamente Rialp, vinculada al Opus Dei-, hace que muchos hispanos crean que Lewis es católico. Por su parte, los norteamericanos le tienen como el santo patrón del cristianismo evangélico. Lo que está claro, como dijo el filósofo católico español Julián Marías, es que Lewis es “uno de los autores más inteligentes que ha producido Inglaterra, con las virtudes del país y sin sus defectos”. ¡Qué extraño poder tienen sus libros para provocar tal entusiasmo en todo tipo de lectores!

No hay duda que su literatura, tanto apologética como fantástica, refleja la mano maestra de un gran escritor. En palabras de uno de los críticos más importantes que ha habido en España, Rafael Conte, Lewis “es una de las más vigorosas personalidades de la literatura universal del siglo XX, que goza de un respeto y prestigio incuestionable entre los círculos especializados y minorías lectoras”. Su obra, para él, “constituye una meditación humana y religiosa de primera magnitud”.

¿Católico o protestante?

El nombre de Lewis aparece siempre al lado de los más grandes conversos a la fe cristiana. No debemos olvidar que, antes de llegar a ser uno de los mayores defensores del cristianismo histórico, el autor de Mero Cristianismo fue un ateo convencido. Su conversión se relaciona a menudo con la de otros muchos escritores que llegaron al catolicismo-romano en Inglaterra a principios del siglo pasado, como Chesterton o Waugh, aunque él era anglicano como T. S. Eliot o Dorothy Sayers. Lo curioso es que nunca se identificó con ninguno de los dos sectores conservadores que hay en su iglesia: el anglo-católico y el evangélico. Lo reconoce, en su biografía, hasta el controvertido secretario que tuvo en la última época, Walter Hooper -un sacerdote episcopal, convertido al catolicismo-romano, que ha hecho grandes esfuerzos desde su posición de albacea suyo, para abrir su proceso de beatificación en el Vaticano-.

Según un teólogo evangélico como Packer, el cristianismo de Lewis sería “un anglicanismo conservador de tendencias catolizantes” (¡que no romanistas!). Algo difícil de imaginar en alguien con un trasfondo tan protestante como él. Nacido en el Ulster, en la familia de un ingeniero evangélico galés y un pastor episcopal, a cuya iglesia asistía desde niño. Su carácter irlandés hacía que, a pesar de estar establecido en el ambiente académico inglés, mostrara una pasión poco habitual en un profesor de Oxford. Amaba por eso las discusiones, hasta llegar a la brutalidad en su agresividad verbal. Poseía tenía también una punzante ironía, que recorre tanto sus escritos de crítica literaria como sus tratados apologéticos sobre la fe cristiana.

Historia de una conversión

Lewis vivió una infancia solitaria, desde que su único hermano es internado en un colegio. Recluido en sus lecturas, se sumerge en un mundo de fantasía, ante la dura realidad de la muerte de su madre cuando tenía diez años. Su pérdida parece que aniquila todas sus esperanzas. Su ateísmo se muestra entonces con toda su dureza, desde la primera época escolar: “No creo en ninguna religión -dice-; no hay absolutamente ninguna prueba para ninguna de ellas, y desde el punto de vista filosófico, el cristianismo no es ni siquiera la mejor” -escribía entonces Lewis-. Todas las religiones, o sea todas las mitologías, para darle su nombre correcto, son simplemente un invento del hombre” -creía él-.

En la primera guerra mundial, Lewis vuelve a Oxford, tras ser herido y perder a un amigo, al que promete cuidar de su madre. Se traslada entonces a vivir con ella, manteniendo, según algunos biógrafos, una extraña relación sentimental. Después de unos brillantes estudios, entra en el Magdalen College, donde empieza a enseñar en 1925. Allí conoce al filólogo J.R.R. Tolkien, convertido al catolicismo-romano y apasionado por la fantasía que desarrollará en El Señor de los Anillos. Ambos tienen mucho en común, pero les separa la fe. Sus conversaciones con él y la lectura de Chesterton empiezan a despertar en él ciertas inquietudes espirituales.

En su autobiografía, Lewis cuenta que “a principios de 1927 era el más convencido de los ateos”. Hasta que un día se encontró que “las pruebas de la historicidad de los Evangelios eran sorprendentemente buenas”. Es entonces cuando “Aquel a quien temía profundamente, cayó al final sobre mí” -dice Lewis, cautivado por la alegría-. La verdad es que “nunca tuve la experiencia de buscar a Dios” -escribió en su libro sobre los Milagros-, ya que “fue exactamente a la inversa, Él fue el cazador (o eso me pareció) y yo el venado”. Se sintió como “acechado” por “un piel roja”, que “apuntó infaliblemente y disparó”. Por lo que “hacia la festividad de la Trinidad de 1929 cedí y admití que Dios era Dios y, de rodillas oré”. Por eso cree que “quizá fuera, aquella noche, el converso más desalentado y remiso de toda Inglaterra”.

Sorprende que estas emocionantes palabras correspondan a su conversión al teísmo, no al cristianismo. Lewis creía que no era cristiano todavía. Él veía el evangelio como el mito del “Dios que moría” y no podía creer en una vida futura. Pero dos años después se encontró con la Persona de Cristo de una forma tan real, como poco dramática. Cuando iba en un autobús al zoológico de Whipsnade una mañana (Lewis era un gran amante de los animales), “al salir no creía que Jesucristo fuera el Hijo de Dios, y cuando llegó al zoológico, sí…”.

Excéntrico Académico

Lewis era toda una autoridad en el campo de la literatura medieval y renacentista. Como profesor escribió mucho, pero esos libros tienen hoy poco interés para el público cristiano, aunque son todo un modelo de crítica literaria. Como académico, Lewis sufrió mucho a causa de su fe cristiana, ya que su conversión no le hizo muy popular en la Universidad. Su valiente defensa del carácter sobrenatural del evangelio provocó mucho rechazo en círculos académicos. Sus libros de ficción, como Las Crónicas de Narnia o Ransom, tampoco ayudaron a que se le tomara más en serio.

Muchos le veían como uno de esos eruditos excéntricos, capaz de acciones tan quijotescas como mantener esa extraña relación con la madre de un amigo muerto por treinta años, y luego casarse con una judía comunista norteamericana, divorciada de un alcoholizado guionista de Hollywood, cuando estaba ya a punto de morir en la cama de un hospital. Lo vemos en la película Tierras de penumbra, en la que Anthony Hopkins interpreta al escritor en su corta relación con Joy Davidman, convertida también como él al cristianismo, pero enferma de cáncer y madre de dos hijos, adoptados luego por Lewis. Uno de ellos es uno de los productores de las películas de Narnia.

Pero no debemos olvidar que si Lewis pasó tanto tiempo dedicado a la apologética, es porque no quiso hacer de la literatura un ídolo. “El cristiano sabe desde el principio, que la salvación de una sola alma es más importante que la producción o preservación de todas las épicas y tragedias del mundo” -escribió en una de sus Reflexiones cristiana-. Hasta tal punto era así, que el poeta T. S. Eliot se preguntaba si “¿exige realmente el Todopoderoso tales arduos esfuerzos del Dr. Lewis por devolverle el trono?”. Por lo que, si la conversión y la evangelización son dos de los principales distintivos del movimiento evangélico, no hay duda que Lewis era evangélico. Pero nos queda algo muy importante: su teología. De ello hablaremos en el próximo artículo.

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José de Segovia es periodista, teólogo y pastor de la Iglesia Evangélica del barrio de San Pascual de Madrid y presidente de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española. Licenciado en Periodismo, estudió teología en la Universidad de Kampen (Holanda) y la Escuela de Estudios Bíblicos de Welwyn (Inglaterra). Es profesor de la Facultad Internacional de Teología IBSTE, el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB) y la Facultad de Teología Protestante UEBE en Madrid. Está casado con Anna, y tiene cuatro hijos: Lluvia, Natán, Noé y Edén. Dirige y escribe habitualmente en la revista virtual de cultura Entrelíneas.

Escrito el 18 de marzo de 2006 y actualizado por última vez el 11 de octubre de 2013 enEntrelíneas.

Imagen: Wikipedia.

Halloween

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